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Tras esta gigantesca estructura de acero y cristal se encuentran las imaginativas mentes pensantes de Coop Himmelb(l)au, la cooperativa de arquitectos con sede en Viena encargada del diseño del edificio. Se trata del Museo de Confluences, proyecto llamado a convertirse en un nuevo símbolo artístico y arquitectónico, así como nuevo destino turístico en Francia.

Inaugurado recientemente en Lyon, al sureste de Francia, la idea ha podido hacerse realidad tras años de retraso en la construcción, polémicas sobre su situación (sobre una antigua fábrica de gas) e incrementos en el coste. Las obras se iniciaron en 2010 y se completaron en 2014, si bien el permiso de construcción fue expedido en 2003. En cuanto al coste, el Museé des Confluences ha alcanzado los 200 millones de dólares, un total que cuadruplica el presupuesto inicial.

Todo sea por alcanzar el objetivo marcado: lograr un impacto urbanístico y económico parecido al acaecido en Bilbao con la obra de Frank Gehry. De hecho, aunque salvando las distancias, son muchos los que ya ven parecidos entre el Guggenheim y el Confluences de Lyon; los responsables del proyecto, sin embargo, prefieren no poner el listón de las expectativas tan alto y se conforman con atraer medio millón de visitantes al año.

En cuanto a sus características técnicas, se trata de un edificio de acero doble de 150m de largo, 83m de ancho y 40m de alto, cuyas complejas formas han planteado todo un reto a nivel de ingeniería: cerca de 130.000 nudos, de 89.000 barras y una cantidad de 6.600 toneladas de peso y 350.000 pernos.

Una edificación con más de 170.000 horas de trabajo a sus espaldas y que se sitúa entre los ríos Ródano y Saona, combinando la dureza de la obra con la suavidad de la naturaleza cristalina que refleja. Un nuevo símbolo vanguardista que aspira a catapultar la popularidad de esta turística ciudad francesa.

Vía ASCEM, Musée des Confluences, Coop Himmelb(l)au / foto

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